“Búscame cuando te apetezca, cuando notes que me echa de
menos, cuando te mueras de
ganas de tenerme, cuando no tengas a nadie que te
diga que te quiere, cuando extrañes las risas, las caricias, las
conversaciones, los abrazos y las locuras. Búscame cuando necesites alguien que
te sorprenda, cuando te des cuenta que nadie tiene esos detalles, cuando
necesites que te digan lo especial que eres, lo bonita que es tu sonrisa y lo
guapo que te vez cuando te enfadas. Búscame cuando mires el celular esperando
que te hable, cuando salgas
y sin darte cuenta me busques con la mirada entre
la gente, cuando inesperadamente alguien te toque la espalda y al Esta es mi
excusa. Si llevas mucho tiempo solo, al final se te ocurre enamorarte de
cualquiera. Yo he estado solo muchas veces estos últimos años. El proceso
siempre es el mismo, primero desde la ignorancia uno cierra los ojos y abre el
corazón. Si duele, piensas que es algo habitual. Así que dejas que te duela.
Terminar relacionando el amor con una gran herida es el argumento más triste
que se me ocurre para continuar por algunos caminos. Después, si la cosa no
funciona, se pierde la esperanza antes que la capacidad de seguir queriendo.
Entonces uno vive como si tratase de luchar no sólo contra el mundo, sino
también consigo mismo. Perder no es una opción: se pierde, y ya. La melancolía
es una droga qué sólo tiene efectos secundarios; el principal es abrirle la
puerta a la tristeza, no importa cuánto trates de evitarlo. La tristeza entra,
se sienta a tu lado, te da un discurso sobre la realidad y ni siquiera puedes
negarle la razón. Así que la soledad se convierte en un pozo sin fondo, pero de
alguna forma tú terminas tocándolo. Hoy hace un día precioso, parece que va a llover.
Girarte esperes que sea yo”
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