Te pido nunca más volver porque si vuelves sé
que te amaría una vez más.
Estoy en esa etapa, en ese momento en el que te
sientes tan sola y vacía que no sabes cómo manejar lo. No sabes cómo combatir
los recuerdos mezclados con el odio. No sabes qué hacer con las lágrimas que
caen poco a poco por tu mejilla, con el daño que te haces a ti misma.
Hay mucha sangre en el piso, mis ojos tiemblan,
mis piernas están inmovilizadas, el café no sirve. Las canciones se vuelves
inútiles debajo de la lluvia, sus brazos no me abrazan. Sus labios sólo me
hablan, no me sonríen. Las palabras se esparcen y mi vista se dificulta, mis
labios secos están ansiosos. Necesito escribir en un rincón de su sonrisa, al
comienzo de la melancolía. No sé porque me dejó ir, quizá la distancia era
demasiado para él.
Me siento en el sofá, tengo los codos sobre las
piernas, mi cara entre mis manos, las lágrimas bajan poco a poco. El odio
aumenta cuando te das cuenta de que lo amas. No podría olvidar escuchar su
sonrisa, no podría olvidar sus ojos brillando en la oscuridad. No podría jamás
olvidar su risa a través de la mía, aun lo veo a través de la ventana mirándome
cómo si fuera invisible.
He intentado un par de veces en acabar con todo
pero eso sería acabar con mi alma, de alguna manera sería acabar con todo lo
que tengo de él, sería no verlo jamás. Aunque no lo sepa, él está en alguna
parte obscura de mi sistema líbico, allí donde se oculta el dolor más
placentero.
A veces me pregunto “¿cómo me olvidó tan
rápido?” o “¿será que nunca me olvidó?”, a veces me siento mal por ella porque
debe ser triste que él la utilice para olvidarme. Que intente borrar los
recuerdos con, el cigarrillo y el alcohol, buscando en sus besos lo que había
en mí, en realidad sólo así me recuerda
más.
Lo veo intentando hacerme daño, diciendo cosas
que me duelen, haciendo cosas que odio, quizá poniéndome celosa pero a la final
nosotros sabemos nuestra historia. Yo sé que él intenta que yo lo odie para así olvidar lo, tristemente sus intentos son inútiles.
Él sólo intenta matarme de una vez y no lo
consigue, aún no ha encontrado mi muerte rápida, que es cuando él me mira a los
ojos.
Aún no sé por qué hablo en tercera persona, sé
que lo más probable él este leyendo esto y si así es díganle que “Aún lo amo,
que aún lo recuerdo todas las noches, que mi café sólo sabe a él, que mis
pensamientos sucios como cursis son por él, que aún no puedo olvidar lo y mucho
menos odiarlo, díganle que se dé por vencido porque yo no me rendiré hasta
encontrarlo, hasta verlo y conocerlo, hasta tenerlo entre mis brazos
susurrándome infinitos “te quiero” y haciéndome sonreír con su sonrisa y que no
se les olvide recordarlo que es inútil no imaginarlo dormido para poder
dormir”.
“No dejes que tu orgullo te deje completamente
solo” porque cuando te des cuenta que es así, será tarde y habrás perdido a lo
quizá más amas en tu vida.
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