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domingo, 1 de junio de 2014

Yo la amaba


Pero más que quererla, yo la amaba. Nuestra historia fue contraria a esos típicos cuentos de hadas. No habían castillos, ni dragones; ella no era la princesa ni yo el príncipe que la rescataría para vivir con ella ‘felices por siempre’. Éramos dos personas comunes y corrientes intentando tener una vida normal en la que el amor sea nuestra cimiente. Nos alejaba nuestras diferencias, pero nos unía un mismo sentimiento. Y como en los otros cuentos yo la quería rescatar, pero de su infierno. Intentamos ser felices, y la felicidad encontró algo mejor qué hacer en su tiempo libre. Se fue. Pero nosotros nos quedamos. En ese momento comenzó nuestro final. Y así quedó nuestro cariño, hecho polvo, rociado en el aire, buscando algún corazón como refugio. Quién sabe. Tal vez lo encontró. Pero aunque encuentre mil corazones en qué refugiarse, nunca encontrará un par de almas como las nuestras. Porque nosotros de verdad nos quisimos. Aunque el destino nunca quiera vernos juntos.

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